Una de las cosas más
importantes para los niños con TEA
(trastorno de espectro autista), es la
rutina. Hace que el entorno sea previsible y les proporciona seguridad. Tengo
que confesar que a mí también. Soy disciplinada y rutinaria. Las
actividades cotidianas me hacen sentir bien. Necesito la rutina. A
mis hijos les viene bien la rutina. En mi casa se vive con rutina.
Escuchamos “estoy
harta de la rutina”, “caímos en la rutina”, “la rutina te envuelve”… pero
también frases como “bendita rutina” o
“necesito volver a la rutina”.
Puede que la rutina sea el mal de la existencia, vivida,
claro está, desde el aburrimiento. La vida
del single, en pareja o con niños, pide a gritos rutina, o si se
prefiere, estructura. No significa que cada día hagamos exactamente lo mismo
que el anterior pero el esquema es similar.
A veces lo que hacemos es huir de la rutina, buscando una
realidad que por novedosa e imprevisible vivimos como fascinante. Pero el final
de ese momento llega y nos sentimos afortunados de volver a “lo de siempre”. Las
vacaciones son estupendas, pero el regreso más todavía, nuestra cama, nuestra
almohada, nuestras comidas (o las de mamá), nuestros olores… parece que
empezamos a disfrutarlas cuando volvemos a casa viendo las fotografías.
Estos meses en los que mi rutina anterior se rompió por
la mitad, me elaboré otra. Un plan en el que cada día era similar al anterior y
poder desarrollarlo me llenaba de tranquilidad. Significaba que estaba bien y
que podía llevarlo a cabo. Solo con eso,
mi ánimo se iluminaba.
Mañana es otro gran día, toca vuelta a la rutina, vuelta
al trabajo, vuelta al cole. ¿Qué voy a decir?, pues que es maravilloso volver a
la rutina, la invariabilidad se hace necesaria tras el sufrimiento. Por
supuesto soy del grupo que dice “bendita rutina”. Salud.
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