El junio pasado mi amiga Bea y yo fuimos a Gijón a correr
la carrera de la mujer. Ninguna de
las dos habíamos padecido cáncer de mama ni acompañamos a ninguna amiga que lo
hubiera tenido. No conocíamos a nadie.
Habíamos empezado a correr porque sí en noviembre y junio era una buena fecha para participar en
la carrera. En aquel momento nos movía la solidaridad.
Junio
es un mes de mucho trabajo. Los informes, las evaluaciones, las reuniones
y los papeleos de última hora junto con
lo cansados que estamos nosotros y los
niños, hacen los días eternos. El junio pasado fue igual que todos, pero había algo más que yo
desconocía y que se manifestó en una gran tristeza y apatía. Aún no habíamos reservados nuestras
vacaciones en Almería cuando decidí
adelantar mi cita con la ginecóloga de septiembre a julio, sin más. No sentía
nada especial, no noté nada, mi 3H
acababa la lactancia y me pareció un buen momento para ir, otra vez, sin más.
El radiólogo consideró el hallazgo como “una lotería” y yo, la
afortunada, no podía ni creérmelo. A
partir de ahí, el parón en mi vida y los tratamientos.
Dejé de
correr y en marzo, 9 meses después de la carrera, empezamos a entrenar de
nuevo. Esta vez con una meta clara, “la
carrera de la mujer 2013”. Digo empezamos porque no lo habría hecho sin
mi querida Bea. Hace 4 años, cuando nos mudamos, tuvimos
la suerte de tener al lado unos vecinos muy especiales. Unos vecinos que
siempre están dispuestos a ayudar y que quieren a nuestros hijos como si fueran
suyos. Gracias Ana, Rubén, Moncho y Bea.
Bea me
puso las inyecciones de las defensas después de la quimio, me regaló una pulsera para darme fuerza,
estuvo pendiente de mis ciclos para
echarme una mano, ha cuidado de mis hijos,
se los ha llevado de paseo, los ha recogido del colegio, ha celebrado
con flores el final de mi tratamiento…y ha sido mi personal trainer. Cuando no
puedo más siempre me dice “a partir de aquí ya está chupao, venga” y no me deja rendirme jamás.
Un lujo de mujer, espontánea, fiel y generosa, otro descubrimiento, otra
imprescindible. Alguien para tener cerca, muy cerca.
El año
pasado ella me cedió el paso en la entrada a meta. El año pasado entramos
abrazadas. El año pasado el cáncer hizo la carrera conmigo.
Este
año ha vuelto a cederme el paso a la entrada en meta. Este año hemos vuelto a
entrar abrazadas, pero este año el cáncer no ha vuelto a hacer la carrera
conmigo, este año, no. Salud.