Un año después, no
hay restos de la enfermedad. Esa es la verdadera victoria.
Aquél día, hace un
año, me sentí feliz, contenta, nerviosa,
reía sin parar y no caminaba, flotaba. Atrás quedaban las pesadas visitas diarias
al hospital, las cabinas, las batas blancas de lunares azules, el frío de la
soledad en la camilla, los ruidos de las máquinas y el láser de la guerra de
las galaxias. Todo había terminado y entre regalos y felicitaciones, el puzzle
comenzaba a encajar de nuevo. Mi puzzle. El puzzle de mi vida.
Con
fuerza renovada comencé 2013, eligiendo el camino que iba a tomar. Un montón de
proyectos y actividades marcaron aquel primer semestre en el que todo lo
acontecido fue buscando su espacio y tomando tierra.
La
meditación, escribir, practicar yoga, y
la iniciación en una nueva forma de alimentación, se manifestaron en mi vida y
por primera vez fui consciente de que aquello era lo que había estado buscando
durante mucho tiempo.
Recuerdo
aquellos días llenos de cambios que me mantuvieron ocupada. Después la
tristeza, otra vez volver a subir, para volver a bajar… así fue transcurriendo
el tiempo. Era la hoja de ruta.
La
rutina volvió a llamar a la puerta y le abrí con una sonrisa y con mi
incipiente melena. El mundo me estaba esperando y salir a la calle con brillo
en los ojos comenzó a ser habitual. Cada
día escribía un rato hasta que llegaba la hora del paseo o de las clases de
yoga. Preparaba algo de comer y dedicaba las tardes a mis 3h, o más bien, me las dedicaban ellos a mí. Estar de vuelta,
era maravilloso.
Un
año después he vuelto al trabajo, al día a día, a lo de siempre, pero nada es
lo que era. Estoy en otro punto, en otra onda, en otra sintonía…diferente, con
menos miedos y más seguridades, menos certezas y más dudas, más dulzura y menos
acidez, más tranquila y menos vehemente,
más sonriente y menos seria, más flexible y menos cuadriculada. Casi nada o muy
poco, tiene importancia, pero lo que la tiene, la tiene de verdad.
Aquí
estoy, bien, decidida y con pila para seguir caminando, porque ahora ya sé que
la energía más saludable es la renovable y yo, he decidido generar la mia.
Salud.