20 de enero de 2014

AQUEL DÍA, ACABABA EL TRATAMIENTO


Un año después,  no hay restos de la enfermedad. Esa es la verdadera victoria.

 Aquél día, hace un año, me sentí  feliz, contenta, nerviosa, reía sin parar y no caminaba, flotaba. Atrás quedaban las pesadas visitas diarias al hospital, las cabinas, las batas blancas de lunares azules, el frío de la soledad en la camilla, los ruidos de las máquinas y el láser de la guerra de las galaxias. Todo había terminado y entre regalos y felicitaciones, el puzzle comenzaba a encajar de nuevo. Mi puzzle. El puzzle de mi vida.

Con fuerza renovada comencé 2013, eligiendo el camino que iba a tomar. Un montón de proyectos y actividades marcaron aquel primer semestre en el que todo lo acontecido fue buscando su espacio y tomando tierra.

La meditación,  escribir, practicar yoga, y la iniciación en una nueva forma de alimentación, se manifestaron en mi vida y por primera vez fui consciente de que aquello era lo que había estado buscando durante mucho tiempo.

Recuerdo aquellos días llenos de cambios que me mantuvieron ocupada. Después la tristeza, otra vez volver a subir, para volver a bajar… así fue transcurriendo el tiempo. Era la hoja de ruta.

La rutina volvió a llamar a la puerta y le abrí con una sonrisa y con mi incipiente melena. El mundo me estaba esperando y salir a la calle con brillo en los ojos comenzó a ser habitual. Cada día escribía un rato hasta que llegaba la hora del paseo o de las clases de yoga. Preparaba algo de comer y dedicaba las tardes a mis 3h, o más bien,  me las dedicaban ellos a mí. Estar de vuelta, era maravilloso.

Un año después he vuelto al trabajo, al día a día, a lo de siempre, pero nada es lo que era. Estoy en otro punto, en otra onda, en otra sintonía…diferente, con menos miedos y más seguridades, menos certezas y más dudas, más dulzura y menos acidez,  más tranquila y menos vehemente, más sonriente y menos seria, más flexible y menos cuadriculada. Casi nada o muy poco, tiene importancia, pero lo que la tiene, la tiene de verdad.

Aquí estoy, bien, decidida y con pila para seguir caminando, porque ahora ya sé que la energía más saludable es la renovable y yo, he decidido generar la mia. Salud.



14 de enero de 2014

EL CIELO ESTÁ DEMASIADO GRIS


Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas, doblan por ti.

JOHN DONNE (citado por  Ernest Hemingway en Por quién doblan las campanas).


Supongo que partir es difícil. Salir de lo conocido a lo desconocido cuanto menos, es inquietante. Hoy ha partido Rosa, una amiga de amigas y con la que compartí miedos oncológicos. Luchó, luchó y luchó y hoy las trompetas han anunciado el final. Una bandera blanca se ha levantado en el campo de batalla y alguien ha dicho que todo había pasado. No hacían falta las palabras, todos se han mirado y con calma, pero con la tristeza honda de una pérdida, de la vulnerabilidad, de la soledad, de la enfermedad, de la injusticia… han avanzado para abrazarse, llorar, perderse en pensamientos, revisar momentos felices de juventud, tratar de no perder la sonrisa y mirar hacia adelante. Hoy hace frio, llueve y el cielo está demasiado gris. Descansa Rosa, guapa, es tu momento. Salud.



6 de enero de 2014

REINA DE REYES


Tengo tres cuñadas muy diferentes pero cada una de ellas muy auténtica en su estilo. La primera de todas fue Reyes y de ella vengo a hablar hoy, día de Reyes y de su cumpleaños. Cuando nos conocimos yo solo tenía 14 años, así que tengo la sensación de que siempre ha estado en mi vida. Es una mujer maravillosa y de las más generosas que he conocido. Ha sabido llevar de la mano a mi hermano magistralmente y me ha regalado tres sobrinos a los que quiero muchísimo, Carla, Alex y Alba.

Mis recuerdos de ella arrancan en la cocina de mis padres cuando mi hermano nos la presentó. Recuerdo su “privata” azul celeste con coletas como si fuera hoy (era lo último) y su cálida sonrisa. Acababan de iniciar un bonito noviazgo tan rápido como sólido.

A lo largo de estos 25 años nos hemos conocido muy bien y quizá lo que más me guste es su capacidad para conversar y la mujer que hay al otro lado. En verano vamos a la playa y pasamos horas sin dejar de hablar de lo que ha sido nuestro año a la vez que comemos el bocata que nos ha preparado mi hermano. Hacemos un montón de cosas, pero sobre todo, estamos juntas.

Defecto o virtud, no lo sé, lo cierto es que nos facilita la vida a todos cuantos estamos a su  lado. No hay problema, lo hace ella o busca la solución. Es una mujer cuidadora, de verdad, cariñosa, nerviosa,  dulce, simpatiquísima,  sufridora, con un sentido del humor excepcional, rápida, inteligente… y es que ya lo dijo una mujer de su pueblo el día de su boda “se casa María Reyes, esta moza ye listísima, de rapacina sabia más que la maestra”…tan real como que lo escuché yo a las puertas de la iglesia.

La señora no se equivocaba y siempre ha tratado de conciliar y acercar posturas entre todos. Adora a mis hijos y a mis padres y siempre ha sido una imprescindible en mi vida, porque siempre ha estado en ella. Cuando me diagnosticaron, 900 km nos separaban pero cada día llamaba a mi madre para darle ánimos y no molestarme. Te lo agradezco hasta el infinito.

En verano siempre vuelven a Asturias, pero este año fuimos nosotros primero a Sevilla y aquellos días en la ciudad antes de iniciar nuestras vacaciones en Cádiz, fueron maravillosos. Todo volvía a ser como siempre pero mejor, más intenso y Sevilla, olía mejor. Volver a estar todos juntos fue un regalo.


Reyes es otra hermana que me ha traído la vida, esa vida maravillosa que vamos a continuar viviendo juntas sin dejar de querernos.