10 de noviembre de 2015

BACK


Camino detrás de mis 3H. Me encanta verlos. Observar sus gestos y sus movimientos mientras no se dan cuenta. Después de ese momento de atención, mi mente comienza a irse. Se va en pensamientos de alivio, de tranquilidad porque esos chicos que caminan solos, absortos en sus pensamientos,  con sus mochilas y muñecos en las manos, marcha en paz.

Quizá ellos no sepan el por qué de su caminar fluido. Es probable que no se planteen por qué duermen en cuanto pegan la oreja a la almohada y estoy segura que no entienden que haya algo diferente a la seguridad que ellos tienen.

Cuando el cáncer llegó y creí que moriría, deseé ver crecer a mis hijos. Poder levantarlos cuando se cayeran, curarles las heridas del alma, defenderlos del sistema si pretendía atropellarlos y abrazarlos sin descanso...


Tres años largo después  sigo sujetándolos, dándoles aliento, respetando su crecimiento... y por supuesto, caminando detrás.  salud



31 de agosto de 2015

1 DE SEPTIEMBRE


Un año más llega septiembre. Comienza un nuevo curso. Tengo ganas de empezar. Estoy ilusionada, expectante. Estreno situación administrativa y me siento como una niña con zapatos nuevos. Me ha costado llegar a la meta, pero he llegado, y lejos de suponer el fin, supone el "suma y sigue" de la entrada anterior. Pasará mucho tiempo hasta que deje de pensar en clave interina...temarios, convocatorias, listas, adjudicaciones, cursos, formación... pero una nueva etapa llega y con ella un tul de tranquilidad,  nuevos retos y compromisos.

Mañana me voy al cole. Me instalaré en un aula, la que me toque, la que me den... da igual...mejor en su clase...y sonará el pistoletazo de salida para trabajar a conciencia otro año más.

Compañeros nuevos, otros viejos conocidos...echaré de menos a alguno del año pasado a los que debo unos dulces de celebración...

Alumnos y familias inolvidables con los que me reencontraré. Nuevos alumnos a los que me ilusiona conocer.

Es verdad que en los últimos inicios de curso estaba presente la enfermedad y la cabeza más presente en el cáncer que en la ilusión del trabajo.

Nunca pensé que agradecería al estudio la abstracción que ha supuesto del cáncer y de la muerte de mi padre estos meses. Consiguió centrarme en el objetivo número uno que era conseguir la plaza. Por mi parte puse toda mi energía en ello, dejando mi miedo, mi tristeza, mi soledad y  mi rabia a un lado para recuperarlo después.

Hoy la victoria es agridulce. Aún me siento interina. Cientos de compañeros a estas horas, las 21:00 h, siguen sin saber cuál es su destino al que tendrán que incorporarse mañana y me siento profundamente identificada por los años de maltrato de la consejería. En fin, esperemos que las cosas mejoren algún día.

Termino la entrada con el maravilloso diploma que me hizo Sara del Vigo cuando aprobé, una artista- lista de 13 años. Cuando dedicas palabras así, es porque tienes mucho dentro. Gracias Sarina, te quiero. Salud.






29 de julio de 2015

SUMA Y SIGUE


Cuando de pequeña iba al economato de Ensidesa con mi madre y además de su compra llevaba algo para alguna vecina, le decía al cajero "suma y sigue". Ese era mi concepto de suma y sigue, vinculado al economato y en boca de mi madre. Hoy ya no existe el economato, reconvertido en supermercados Árbol, mi madre no compra para nadie y el "suma y sigue", ha cobrado otro valor.

En los últimos meses muchas cosas han ido sumando. La más importante y dolorosa, la muerte de mi padre. Cada vez que lo recuerdo, es con lágrimas en los ojos. Imposible no llorar cuando pienso en él.  En los últimos días se ha intensificado este dolor porque no puedo dejar de ver su cara de orgullo cuando, sentado en su sofá, le hubiera contado que había aprobado por fin. Mi hermano mayor me llamó para decirme lo que me hubiera dicho mi padre y aunque no fue lo mismo,  necesitaba escucharlo.

Mi padre siempre ha sido vital en mi vida. Todo el mundo nos decía que éramos iguales. Durante un tiempo aquello me pareció terrible, pero con el paso de los años me he dado cuenta de que, tras el salto generacional, había muchísimas cosas en común. Entre esas cosas hay un legado de honestidad, amor, generosidad y sobre todo verdad, mucha verdad. Una verdad entendida desde el saber estar, el respeto al otro,  la sinceridad y la confianza.  Mi sobrina Carla escribía algo así como que posiblemente no fuese el más simpático, ni el más agradable pero que tenía un montón de virtudes. Había mucho debajo de él. Nos enseñó a ser "de verdad",  a confiar en los demás, a no engañar, a dar cuando te necesitan, el valor de la fidelidad...

Hoy estoy feliz de haber podido tener un padre de esta altura pero le echo tanto de menos...si pudiera compartir con él una hora... solo una hora... él sentado en su sofá y yo junto a él, cogiéndole la mano, o echándole crema en las piernas...solo una hora...y ver su cara, olerlo, acariciarle el pelo blanco y sedoso...una hora...para que saboreara una vez más mi tarta de queso...una hora...para escuchar lo mal que cantaba...una hora...para que me contara una historia...una hora...para que se quejara de los bancos, de la comunidad, del seguro, del aparejador o del constructor...una hora, solo una hora...

Tantos lugares de la infancia unidos a recuerdos recurrentes... las visitas a  Anzo, las siestas en  Peñaflor, los veranos en Hospital y las cenas en los "praos de Astorga", las jornada playeras en  Verdicio y Perlora, los días de nieve en Somiedo, los paseos por Santa María del Mar...solo recuerdos  buenos, los malos, que también los hay, están desaparecidos.


Una vez  sumado todo, sigo. Lo hago mirando atrás inevitablemente, con el corazón "roto", como me decía una compañera, pero tratando de recomponerlo a cada paso y poniendo en pie todo lo recibido. Seguimos sumando. Salud.

14 de febrero de 2015

DOS AÑOS

Hace dos años que me puse delante del ordenador y creé un blog; creé Tan Dulcemente. 
En aquel momento el proyecto estaba más vivo que nunca. Cada semana tenía una publicación  en la bandeja de salida y la disciplina del escritor me acompañaba. Estaba de baja laboral pero nunca había estado tan de alta en mi vida personal. Durante aquellos meses hice lo que mi cuerpo me dejaba y di rienda suelta a mi creatividad hasta el punto de sentar las bases de lo que fue mi reinvención. Muchas cosas se cayeron al sacudir y a decir verdad parece que es un proceso que no llega a su fin. Al mismo tiempo otras quedaron prendidas con más fuerza.  Un tiempo pasado con más sombras que luces pero que me ha ayudado a llegar a meta. No echo de menos los dolores de espalda, el entumecimiento de las piernas, el hormigueo de los brazos ni mi corte a lo garçon. Ni siquiera me atrevo a echar de menos los días en casa y contra viento y marea me voy a trabajar. Lo que sí me voy a atrever a confesar es que echo de menos tener más tiempo para escribir...poder sentarme, mirar para adentro, contar, suavizar, explotar, endulzar, inventar...y dejarme llevar por palabras y frases que inspiran y que me devuelven la libertad.
De cualquier manera, con más o menos publicaciones, Tan Dulcemente tiene una función clara para cuando pierdo el rumbo: guiarme otra vez hacia la estrella del norte. Salud.