Cuando
de pequeña iba al economato de Ensidesa con mi madre y además de su compra
llevaba algo para alguna vecina, le decía al cajero "suma y sigue".
Ese era mi concepto de suma y sigue, vinculado al economato y en boca de mi
madre. Hoy ya no existe el economato, reconvertido en supermercados Árbol, mi
madre no compra para nadie y el "suma y sigue", ha cobrado otro valor.
En
los últimos meses muchas cosas han ido sumando. La más importante y dolorosa,
la muerte de mi padre. Cada vez que lo recuerdo, es con lágrimas en los ojos.
Imposible no llorar cuando pienso en él.
En los últimos días se ha intensificado este dolor porque no puedo dejar
de ver su cara de orgullo cuando, sentado en su sofá, le hubiera contado que había
aprobado por fin. Mi hermano mayor me llamó para decirme lo que me hubiera
dicho mi padre y aunque no fue lo mismo, necesitaba escucharlo.
Mi
padre siempre ha sido vital en mi vida. Todo el mundo nos decía que éramos
iguales. Durante un tiempo aquello me pareció terrible, pero con el paso de los
años me he dado cuenta de que, tras el salto generacional, había muchísimas
cosas en común. Entre esas cosas hay un legado de honestidad, amor, generosidad
y sobre todo verdad, mucha verdad. Una verdad entendida desde el saber estar,
el respeto al otro, la sinceridad y la
confianza. Mi sobrina Carla escribía algo
así como que posiblemente no fuese el más simpático, ni el más agradable pero
que tenía un montón de virtudes. Había mucho debajo de él. Nos enseñó a ser
"de verdad", a confiar en los
demás, a no engañar, a dar cuando te necesitan, el valor de la fidelidad...
Hoy
estoy feliz de haber podido tener un padre de esta altura pero le echo tanto de
menos...si pudiera compartir con él una hora... solo una hora... él sentado en
su sofá y yo junto a él, cogiéndole la mano, o echándole crema en las
piernas...solo una hora...y ver su cara, olerlo, acariciarle el pelo blanco y
sedoso...una hora...para que saboreara una vez más mi tarta de queso...una hora...para
escuchar lo mal que cantaba...una hora...para que me contara una historia...una
hora...para que se quejara de los bancos, de la comunidad, del seguro, del
aparejador o del constructor...una hora, solo una hora...
Tantos
lugares de la infancia unidos a recuerdos recurrentes... las visitas a Anzo, las siestas en Peñaflor, los veranos en Hospital y las cenas
en los "praos de Astorga", las jornada playeras en Verdicio y Perlora, los días de nieve en
Somiedo, los paseos por Santa María del Mar...solo recuerdos buenos, los malos, que también los hay, están
desaparecidos.
Una
vez sumado todo, sigo. Lo hago mirando
atrás inevitablemente, con el corazón "roto", como me decía una
compañera, pero tratando de recomponerlo a cada paso y poniendo en pie todo lo
recibido. Seguimos sumando. Salud.