28 de julio de 2016

PALABRAS

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras. “La palabra”.
                                            Confieso que he vivido, Pablo Neruda (Buenos Aires, Losada, 1974)


Allá por el 2006 la escuela de escritores de Madrid lanzó el reto de elegir la palabra más bonita del castellano para conmemorar el día del libro. La idea fue copiada posteriormente por el Instituto Cervantes para conmemorar el “día E” que celebra la riqueza de nuestra lengua y entre las que se hicieron con el premio está "Querétaro", una ciudad Mexicana. Los internautas justifican su elección basándose en criterios de extensión, significado, fonética, etimología o significado. Así son las palabras, un mar de cualidades entre las que elegir. Desde el 2013, la Fundeu (Fundación del Español urgente), elige la palabra del año. En 2013 hablarían de "Escrache", "Selfie" en 2014 y en 2015 "refugiado" (tristemente), fue catapultada como la "palabra del año".

Las palabras nos ayudan a expresar lo más maravilloso, pero también a bajar a las cavernas. Expresamos todo cuanto podemos cuando no podemos más y las palabras se nos quedan cortas para contar toda nuestra felicidad.

Si esto fuera un blog especializado en lingüística diría que la comunicación es el acto por el cual un emisor  y un receptor establecen una comunicación a través de canal mediante  un código. Pero no, esto es Tan Dulcemente y aquí se habla de emociones y algún día de cocina.

La comunicación es la relación que establecen dos seres cuando tienen algo que expresar, que contar, que hacer, que sentir... por eso es tan amplia, por eso abarca tantos campos, por eso es universal. Hablar es comunicarse, una caricia, una mirada, una sonrisa, el sexo,  incluso el silencio comunica mas que mil palabras. Ya he hablado aquí del silencio y pienso que no es ni de lejos la antítesis de las palabras. Son dos fuerzas complementarias.
Dicen que el lenguaje es el medio de socialización por excelencia. Supongo que será porque cuando hablas, ya estás socializado. Puede que para una clase de lingüística o de psicología evolutiva esta afirmación quede muy bien pero ciertamente se puede estar en silencio y plenamente incluido. El lenguaje es importante y en ocasiones su ausencia puede ser síntoma de otras patologías. El lenguaje en sí mismo no sirve de nada, las palabras yuxtapuestas y sin emoción se las lleva el viento. Si por algo es importante el lenguaje es por el uso que se hace de él. El lenguaje te da libertad, a través de él descubres y representas la realidad y hay diversas teorías sobre la complementariedad del lenguaje y el pensamiento.

A veces hablamos y metemos la pata, otras, deberíamos haber hablado para no haberla metido… porque el que calla comunica y el que recibe el mensaje interpreta, en ocasiones, de forma poco certera.

Con el tiempo aprendemos a callar y a hablar de una manera firme cuando algo nos importa. Defendemos con fuerza a los nuestros y agachamos la cabeza mientras pasa la ola de lo que no nos interesa.


Palabras, palabras, palabras...palabras que nos permiten ser nosotros mismos, palabras que vienen envueltas en sabiduría, palabras que nos inquietan, palabras que nos transmiten amor, palabras que necesitábamos oír, palabras que evocan recuerdos…palabras en definitiva que nos permiten vivir. Salud.